El «efecto chimenea» o cómo las fachadas ventiladas combaten las altas temperaturas

La instalación de fachadas ventiladas tiene múltiples ventajas asociadas a la mejora de la eficiencia energética, ya que se adaptan a las condiciones meteorológicas más duras, tanto en invierno como en verano. En el caso concreto del verano, esta solución arquitectónica se convierte en una membrana que controla el flujo térmico de aire caliente a través del llamado efecto «chimenea». Conozcamos cómo funciona.

Si la fachada ventilada está construida adecuadamente y sus elementos aseguran unas prestaciones técnicas elevadas, pueden aumentar el confort de los usuarios frente a la acción de los rayos del sol. Durante los meses de verano la fachada ventilada garantiza una menor absorción de calor convirtiéndose en una capa protectora que impide que los rayos solares incidan directamente sobre el edificio y lo hagan sobre el aplacado.


El conocido como «efecto chimenea» consiste en el calentamiento del aire de la cámara, que disminuye su densidad y por convección asciende, ocupando su lugar aire fresco. Este fenómeno evita la acumulación de calor en la fachada y se origina por el calentamiento del paramento exterior, que provoca una variación en la densidad de la capa de aire, con el consiguiente movimiento de ascensión.

De este modo gran parte del calor radiante es reflejado hacia el exterior. La parte del calor que penetra en la cámara activa -la corriente de aire generada por el efecto chimenea- lo desplaza hacia arriba evacuándolo por la coronación de la cámara, por lo que solo una pequeña parte del flujo de calor es absorbida directamente por el edificio.

Si el aislamiento está bien aplicado el calor que penetra en el interior es prácticamente nulo y proporciona una protección adicional contra los agentes atmosféricos. La ventilación mejora el comportamiento higrotérmico de la solución constructiva al evitar que se llegue a calentar el aire en la cámara y se produzca la consiguiente transmisión de calor por convección hacia el interior.

La consecuencia del efecto chimenea es el ahorro de energía ya que disminuye el uso de aire acondicionado al  conseguir que la viviendas permanezcan más tiempo frescas y con una temperatura de confort más agradable. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de la energía consumida en una vivienda está destinada a mantener una temperatura confortable en el interior de la vivienda y una rehabilitación eficiente o la instalación en obra nueva de fachadas ventiladas puede reducir el gasto energético entre un 29 y un 40% según el IDAE Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía. Estas cifras pueden aumentar con la tendencia alcista de los costes de la energía de los últimos meses.

Por todo ellos, las fachadas ventiladas se convierten un una gran solución para el ahorro energético y el confort en los meses de verano protegiendo de forma excelente al edificio y logrando disipar el calor en verano.

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